Hace más de dos años escribí este post y seguí teniendo paciencia, esa que hace falta tener para ver florecer un ágave. Otra vez la naturaleza me premió por ello, y apenas veintiseis (26) años después de haberlos plantado, esta primavera tuve la sorpresa de ver surgir esos espárragos gigantes y comprobar semana a semana como se fueron abriendo sus brazos floridos.
Esta vez, por suerte, están en "mi" territorio. Advertidos fueron todos los vecinos de que no me gustaría nada que alguien osara eliminarlos. A menos que quieran exponerse a alguna maldición gitana o a las siete plagas de Egipto que les prometo en tal caso.
¡Vaya, la paciencia dio sus frutos! En forma de flores de ágave :)
ResponderEliminarSaludos, Silvia